Semana Santa Monóvar - Crónica 2012

   
  Semana Santa Monóvar
  Crónica 2012
 
 

Crónica de la Semana Santa 2012


Este año tampoco pudo ser el de una Semana Santa completa. El mal tiempo no dejó, otro año más, que los monoveros disfrutáramos con normalidad de todas las procesiones. De nuevo, la lluvia nos invita a reflexionar sobre el sentido de lo que las cofradías ponemos en la calle año tras año.

Los actos relacionados con la Semana Santa comenzaron, como es ya habitual, con la presentación de la sexta edición de la revista Cruz de Guía, que edita la Concejalía de Cultura de nuestro ayuntamiento. La portada del sexto número de esta publicación, imprescindible ya entre las que hay en nuestra ciudad, la protagonizaban los titulares de la Hermandad del Santísimo Cristo Crucificado y María Santísima de la Esperanza. Ambos aparecían en una original, llamativa y sugerente fotografía, en la que predomina el primer plano del perfil de la Virgen de la Esperanza, junto a la cual se vislumbra al Santísimo Cristo Crucificado; dicha fotografía fue tomada y preparada por Juan Carlos Rico y José Manuel Cerdá. En cuanto al diseño de la revista, volvió a encargarse de él Carlos E. Navarro, creando una publicación muy iconográfica y centrada en resaltar los valores más importantes de la Semana Santa monovera. El consejo de redacción de la revista estuvo formado por José Antonio Bellot, Juan Blázquez Jiménez, Mª Carmen Calpena, Liberto Esteve, Francisco Jaén, Carlos E. Navarro, Aida Picó y Reme Sanchíz, todos ellos, como de costumbre, bajo la coordinación de Marcial Poveda, cronista oficial de la ciudad de Monóvar.

El acto de presentación se celebró el 19 de febrero a las 13 horas, en el auditorio José A. Ballester de la Casa de Cultura. Éste se inició con las palabras de Carlos Maluenda, concejal de cultura, que presentó a Mario Vidal i Silvestre, joven periodista monovero y cofrade de la Soledad, encargado en el año 2012 de presentar el sexto número de Cruz de Guía. Vidal se salió de lo establecido y decidió hacer una exposición que resultó amena y entretenida, y en la cual no tomó asiento en ningún momento. Mientras se proyectaban de fondo algunas de las fotografías que aparecían en la revista, Mario Vidal fue desgranando brevemente los aspectos que para él merecían una mayor atención en la publicación, destacando el valor de la misma como un medio de difusión de una gran calidad.

El miércoles siguiente a la presentación, se dio por iniciada la Cuaresma con la imposición de la ceniza. A partir de ese mismo fin de semana, comenzaron a celebrarse las eucaristías ofrecidas por las diferentes cofradías y hermandades de la ciudad. Comenzó el sábado 25 de febrero la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, para al miércoles siguiente, día 29, empezar a celebrarse el solemne triduo en honor del Santísimo Cristo Crucificado, de la Hermandad de El Cristo y la Esperanza. Una vez finalizado el triduo, el sábado 3 de marzo, dicha hermandad celebró su primera Función Principal de Instituto, en la cual hizo protestación pública de fe frente a El Cristo y dio acogida a sus nuevos hermanos. La semana siguiente, el sábado 10, la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad asistió a su misa, en la que dispuso a la Soledad a la izquierda del altar mayor, tras el ambón; y los sábados siguientes, 17 y 24, las cofradías del Santo Sepulcro y de Nuestra Señora de los Dolores celebraron sus eucaristías.

Antes de terminar estas misas corporativas, concretamente el viernes 23 de marzo, la Hermandad del Santísimo Cristo Crucificado y María Santísima de la Esperanza celebró su anual Vía Crucis, ofrecido por la paz, a las 22,30 horas. En esta celebración penitencial, en la que el Cristo fue portado en sus sencillas andas por aquel que lo deseó, se rezaron las catorce estaciones del Vía Crucis, que recorrió las calles Iglesia, Fonament, Poveda, Segura, Mayor, Plaza del Santísimo Cristo Crucificado, San Juan, Plaza de la Sala y Mayor, terminando de nuevo en la parroquia. Allí, como viene siendo habitual, se expuso al Santísimo Cristo Crucificado en besapies, por el que pasaron multitud de fieles.

El día siguiente, sábado día 24, cuando finalizó la ya mencionada eucaristía de la Cofradía de los Dolores, los cofrades de la ciudad se dirigieron al Teatre Principal, pues allí iba a celebrarse el Pregón de la Semana Santa 2012. En esta ocasión, el pregonero era José Corbí Martínez, conocido y querido profesor y escritor de nuestra ciudad, y cofrade desde su infancia del Santo Sepulcro. El acto, que fue conducido un año más por Virtudes Milán, comenzó a las 20,30 horas, y en él participó, al principio y al final, una banda formada exclusivamente por instrumentos de percusión de todas las cofradías de Monóvar. Antes de que José Corbí subiera al escenario a pronunciar su pregón, fue José Ríos, Presidente de la Junta Mayor de Cofradías, quien le presentó cariñosamente.

El texto que Corbí declamó estuvo cargado de recuerdos, pero sobre todo de anécdotas y datos históricos, desconocidos para muchos de los asistentes. Especialmente interesantes fueron las citas de Canyís, por su enorme gracia; y la de El Diario de Monóvar, de 1887, en que se hace referencia a las cofradías de la Dolorosa y la Soledad. Por otro lado, otro momento muy destacable del pregón fue aquel en el que Corbí reclamó el nombramiento de José Mª Alarcón Pina, escultor imaginero, monovero y autor de las imágenes del Santo Sepulcro, El Cristo y la Dolorosa, como Hijo Predilecto de la ciudad de Monóvar.

Al finalizar su pregón, Corbí recibió un sonoro aplauso y recibió de manos de José Ríos un obsequio recordatorio y en agradecimiento de su intervención. Tras ello, Carlos Maluenda, concejal de cultura, se dirigió a los presentes para despedir el acto, que finalizó con otra breve actuación de la banda citada anteriormente.

Por fin, el domingo 1 de abril, Domingo de Ramos, comenzaron en nuestra ciudad las procesiones de Semana Santa, y como no podía ser de otro modo, lo hicieron con la Entrada de Jesús Triunfante en Jerusalén. A las 11,30 horas, en la iglesia del antiguo convento de Capuchinos, se celebró la bendición de palmas por nuestro párroco, y minutos después, comenzó la procesión hacia la parroquia de San Juan Bautista, recorriendo la Plaza de Nuestro Padre Jesús Nazareno, las calles San Juan, Comunidad Valenciana, Maestro Don Joaquín, Luís Martí, Ricardo leal, Saturnino Cerdá, Juan Carlos I e Iglesia. Como se está convirtiendo ya en costumbre, abría el cortejo una banda de tambores infantil, formada por niños y niñas componentes de las diferentes bandas. Iban siguiéndoles una enorme cantidad de asistentes, en su mayoría niños acompañados por sus padres y familiares, vestidos de estreno y portando todos ramas de palma u olivo. Y entre la multitud aparecía la imagen de Cristo sobre el borrico, el burret, tras el que vimos al párroco, las autoridades locales y representares de la Junta Mayor de Cofradías. La Agrupación Musical la Artística alegró con sus notas el discurrir de la procesión, en un día despejado y de una temperatura muy agradable. Durante la misma tarde del Domingo de Ramos, como es habitual, se trasladaron a la parroquia los pasos de las diferentes cofradías.

A las 20 horas del Lunes Santo se realizó en la iglesia la celebración penitencial, para poco después de su fin, comenzar a organizarse la cofradía del Santo Sepulcro y Jesús Cautivo para su procesión con la imagen de Jesucristo prendido. En este año 2012, la imagen de Jesús Cautivo cumplía su quinto aniversario, por lo que la cofradía decidió que, de manera extraordinaria, luciera la túnica morada en lugar de la blanca que porta habitualmente en procesión. Tras una salida en que los costaleros "bailaron" el paso, la cofradía hizo caminar a su imagen de Cristo cautivo por las calles Iglesia, Tronco, Sacristán, Colomer, Fonament, Mollana, Mayor, Plaza de la Sala, y Mayor, para entrar de nuevo en la parroquia. Especial concentración de público se dio en la subida de la calle Sacristán y en la bajada de la cuesta de la calle Colomer, donde Jesús Cautivo lució solemne y elegante, con paso lento y austero. Al llegar a la iglesia, y tras un nuevo "baile", se recogió un año más el Cautivo de Monóvar.

El Martes Santo es ya conocido en Monóvar como el día en que Nuestro Padre Jesús Nazareno sale a la calle. A las 22 horas comenzó la procesión la cofradía del Nazareno, que en este año hizo un amplio recorrido que realizó con solvencia, sin retrasar en demasía su entrada. Así, la imagen del Señor cargado con la cruz pasó por las calles Mayor, Lope de Vega, Paulino Verdú, Moreras, Saturnino Cerdá, Juan Carlos I, Maestro Don Joaquín e Iglesia, en todas ellas acompañado por su banda de cornetas y tambores, que interpretó marchas como "Oración", "Nazareth" o "A los pies de Sor Ángela". De este Martes Santo destacó sin duda la elegancia con que el Nazareno cruzaba las mencionadas calles y el bonito exorno floral del paso, compuesto con iris de color morado.

Muy diferente suerte, meteorológicamente hablando, correría el Miércoles Santo. El día amaneció tremendamente encapotado y la lluvia no tardó en aparecer, instalándose en nuestra ciudad a lo largo de prácticamente todo el día. Sin embargo, el mal tiempo no logró minar el ánimo de los cofrades de la Dolorosa y la Soledad, de modo que los costaleros de ambas cofradías comenzaron a acercarse a la iglesia un par de horas antes de la procesión, con el fin de arreglar los pasos para su salida procesional.

Pero el tiempo no mejoró, si no que incluso empeoró, de modo que, alrededor de las nueve de la noche, ambas cofradías habían acordado ya, sin casi titubeos, suspender la salida procesional. Fueron momentos duros para los cofrades allí reunidos y los que con posterioridad se enteraron de la noticia, pues no se recuerda un año en que estas dos cofradías tuvieran que suspender su procesión de Miércoles Santo y su Encuentro, que se iba a celebrar en la calle Astrónomo Pérez Verdú, tras recorrer las calles del emblemático barrio de la Goletja. Ese año, el Miércoles Santo no hubo tambores, nazarenos ni pasos por las calles de Monóvar; fue sin duda una noche triste. Como vemos, otro año más la lluvia nos invita a reflexionar y a volver nuestra mirada hacia el verdadero significado de las procesiones que realizamos y que es siempre el de la fe.

El Jueves Santo amaneció gris y húmedo a consecuencia de la lluvia caída durante la noche, y aunque hasta media tarde el tiempo no mejoró, antes del anochecer el cielo se despejó, disipando las dudas en la Hermandad del Santísimo Cristo Crucificado y María Santísima de la Esperanza. Minutos después de terminada la celebración, que empezó a las 19,30 horas, de la Eucaristía de la Cena del Señor y el traslado del Santísimo Sacramento al Monumento, ya había hermanos de la Hermandad que se acercaban a la parroquia para compartir impresiones e ilusiones. Y es que todavía pesaba en muchos de ellos la fallida procesión del Silencio de 2011, en que la Hermandad sufrió una tremenda tromba de agua que hizo suspender la procesión en la que, por primera vez, salió la Esperanza a la calle, y que obligó a la hermandad a restaurar el dorado del paso de El Cristo.

Como decimos, la Procesión del Silencio de 2012 comenzó con puntualidad a las 23 horas, sin dudas meteorológicas y con una noche despejada. El cortejo discurrió con normalidad por las calles Mayor, Argentina, Salamanca y Escultor, para de ahí girar de nuevo a la calle Mayor y parar ante la Plaza del Santísimo Cristo Crucificado. Allí, donde la lluvia había sorprendido a la cofradía el año anterior, el Cristo reviró y esperó a la Esperanza, que llegó a su encuentro a los sones de "La Madrugá", interpretada por la Agrupación Musical la Artística. De este modo, la Hermandad de El Cristo pudo por fin, al compás de "A ti, Manué", realizar el emocionante encuentro entre sus dos titulares que la lluvia había frustrado el año anterior. A partir de este momento, la cofradía volvió con normalidad a la parroquia, donde El Cristo volvió a esperar a la Virgen de la Esperanza para encontrarse de nuevo antes de la recogida. Terminada satisfactoriamente la procesión, los hermanos de la corporación suspiraron aliviados por ver que, este año sí, todo había salido bien.

Para la mañana del Viernes Santo, y por segundo año, se programó para las cofradías un turno de vela ante el Santísimo Sacramento. Este turno de vela comenzaba a las 9 de la mañana, hora en la que participó El Burret, hasta las 10. Le siguieron, en razón también de una hora, las cofradías del Nazareno, el Cristo, la Dolorosa, el Sepulcro y la Soledad; tras éstas, participaron la Mayordomía de la Virgen del Remedio, las catequistas y la Adoración Nocturna. Estos turnos de vela finalizaron a las 17 horas, cuando comenzó la celebración de la Pasión y Muerte del Señor.

Minutos antes de las 19,30, hora prevista para el inicio de la procesión del Santo Entierro, las inmediaciones de la iglesia de San Juan Bautista ya estaban repletas de público y cofrades. En este año se estrenó un nuevo sistema de organización de esta procesión, por el cual los cofrades de luz e insignias de las cofradías no salen de la misma parroquia, si no que lo hacen desde las calles adyacentes. De este modo se consigue aliviar el interior del templo y se alcanza una mayor maniobrabilidad para los seis pasos que han de salir del mismo.

El orden de salida de las cofradías fue el habitual en nuestra ciudad: en primer lugar, la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, y tras ella, El Cristo y la Esperanza, en esta ocasión sin acompañamiento musical. Una vez salió la Esperanza, comenzó a pisar la calle la cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, con más ganas que nunca, pues como hemos visto, el Miércoles Santo no pudo salir a realizar su habitual procesión y encuentro con la cofradía de la Soledad. Ésta, que cierra el cortejo de la procesión del Santo Entierro, también salió de la parroquia con ilusión y ganas de superar el trance de la suspensión de la salida del Miércoles.

La Soledad, en el Viernes Santo, sigue a la cofradía del Santo Sepulcro, representando fielmente el momento en que María contempla, con gran dolor y en soledad, que su hijo ha muerto en un sacrificio tan cruel como el de la cruz. Cristo, depositado en su losa sepulcral, desnudo y muerto, nos recuerda que la muerte a todos nos alcanza, para el Domingo de Resurrección, despertarnos a todos de ello y recordarnos el valor de la vida y su resurrección.

En este año 2012, las bandas de las cofradías de la Dolorosa y el Sepulcro habían preparado una pieza que, en la Avenida de la Comunidad Valenciana, interpretaron juntas, al tiempo que ambos pasos se movían al unísono separados por unos metros.

Cuando terminó la procesión y la Soledad hubo entrado ya en la iglesia, se celebró el Santo Entierro, que se escenifica con los cofrades del Santo Sepulcro y su imagen, que depositan en la urna en que descansa todo el año. Se trata de un momento solemne que este año estuvo acompañado musicalmente por una adaptación del Réquiem de Mozart, interpretado por músicos de las diferentes cofradías.

El Sábado Santo, día que en Monóvar queda vacío de procesiones, las cofradías y sus colectivos aprovechan para organizar las comidas de hermandad en las que se comentan todos los aspectos que se han sucedido a lo largo de la semana. Éste mismo sábado, a las 20,30 horas en el asilo de ancianos, y a las 22 horas en la parroquia, se celebra también la Solemne Vigilia Pascual, la liturgia más importante del calendario católico, en la que se anuncia la Resurrección de Cristo y su triunfo sobre la muerte.

Este año 2012, por suerte, el Domingo de Resurrección presentó un tiempo inmejorable, a diferencia que el año anterior, de modo que el público aumentó respecto a aquel. Así, el domingo comenzó con la celebración de la eucaristía en la parroquia a las 7,30 horas, tras la cual se trasladó a la Virgen del Remedio, cubierta por un velo de luto negro, hasta la casa de la familia Durá Marín en la calle Mayor, donde reposa como de costumbre hasta la hora del Santo Encuentro. De nuevo, una reducida banda de tambores acompañó a la Patrona de Monóvar en su traslado hasta este lugar, así como en la posterior procesión.

A las 10 de la mañana salió, como es habitual, el Santísimo Sacramento desde la parroquia, en dirección a la Plaza de la Malva, a la cual accede por la calle Queremón Alfonso. Al mismo tiempo, la Virgen del Remedio también se dirige hacia dicha plaza, pasando por la calle Salamanca. Así, cuando Dios está en el centro de la plaza y llega la Virgen, se celebra el Santo Encuentro, en que María descubre que su Hijo ha resucitado. La Mayordomía de la Virgen del Remedio retira entonces el velo negro a la patrona y dispone, entre sus manos, unos claveles rojos, símbolo de la alegría que sentimos los cristianos en este momento. Es entonces cuando los portadores de la Virgen hacen con Ella tres reverencias adelante y tres atrás, acompañados por todos los allí presentes. Tras ello, se desata el júbilo, suenan la Marcha Real y los aplausos, y se sueltan palomas en la plaza. La Virgen y el Santísimo Sacramento regresan juntos a la parroquia, donde Ella preside la última eucaristía de la Semana Santa.

Así es como se vive en Monóvar el dolor por la muerte de Cristo y la alegría de la resurrección. Con esto termina la Semana Santa en la ciudad, aunque las tradiciones mandan que la Pascua se celebre a partir de entonces, con familiares y amigos, en campos y fincas donde, sin duda, uno de los temas a tratar serán las cofradías.

 

Carlos Navarro Rico
Cronista de la J.M.C.S.S.M
 
Crónica publicada en la revista Cruz de Guía 2013

 
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