Semana Santa Monóvar - Pregon 2017

   
  Semana Santa Monóvar
  Pregon 2017
 
Pregón de la Semana Santa 2017

"LA SEMANA SANTA, SEMANA DE MI VIDA"

Quiero que sean mis primeras palabras de este Pregón, un alzar los ojos al cielo y dar gracias a Dios por su gran amor y misericordia, pues gracias a Él, hoy podemos estar aquí para anunciar o pregonar lo que pronto vamos a celebrar y vivir. La Semana Santa, Semana de Vida y Muerte. Sin su amor hacia nosotros, Jesús no hubiese dado su vida para nuestra salvación.

Hecho esto, demos un paso más y cumplamos con el protocolo. Quiero saludar desde esta tribuna privilegiada a D. Enrique Abad, párroco de nuestra Parroquia de San Juan Bautista, a D. José Rico, Presidente de la Junta Mayor de Cofradías de Semana Santa de Monóvar, a cada uno de los Hermanos Mayores de las Cofradías de Monóvar:

Cofradía de la Entrada de Jesús Triunfante: D. Juan Albert Martínez
Cofradía del Cautivo y del Santo Sepulcro: D. Alberto Pérez Martínez
Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno: D. Manuel Payá Morales
Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores: D. Juan Carlos Vidal Pardo
Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad: D. Francisco Jaén Mira
Cofradía del Santísimo Cristo Crucificado y Santa María de la Esperanza: D. Enrique Marhuenda Bellot.
Mayordomía de la Virgen del Remedio: Dª. Isabel Torregrosa Gimeno.

Como no podía ser menos un saludo muy especial a nuestro Alcalde D. Natxo Vidal Guardiola y cada uno de los Concejales de nuestra corporación municipal.

Ojalá pudiese decir también, un saludo a todos los cofrades de nuestra Semana Santa, pero me tengo que conformar con decir, un saludo a los pocos cofrades aquí presentes. Y por último y no menos importante, un saludo muy especial a todos los que estáis aquí presentes, hermanos en la fe y amigos de Monóvar, que camináis junto a mí en el día a día de nuestra fe, hermanos y amigos que os habéis convertido en parte de mi vida y que hacéis que cada día me esfuerce por ofreceros lo mejor de mi.

Creo que me habéis sobrevalorado al escogerme como Pregonero de nuestra Semana Santa, no soy el más indicado para esta labor, pero voy a esforzarme para no defraudaros.

Quiero hablaros con el corazón en la mano, pues quiero anunciaros algo que para mí es esencial en mi vida, algo cordial, es decir, algo que llena mi corazón y que me da fuerzas para vivir el resto del año: La Semana Santa, condensada en el Triduo Pascual.

Para mi la Semana Santa, es la Semana de la Vida, donde la muerte, siendo necesaria, que da en un segundo término. Peo comencemos por el principio, no adelantemos el final.

DOMINGO DE RAMOS

Es el primer día de la gran Semana de la Vida. El día en que la vida logra los entusiasmos más clamorosos en torno a Jesús, pero entusiasmos pasajeros, momentáneos, porque la muerte ya estaba acorralando a Jesús.

La lucha entre la vida y la muerte deja ya los caminos y los pueblos, que recorría Jesús, para centrarse en el escenario de la Ciudad Santa, Jerusalén. Tres acciones llenan este día:
-- el llanto sobre Jerusalén
-- las aclamaciones en torno a Jesús
-- la purificación del Templo.

El día comienza más alegre de lo que terminará. Al atardecer, a Jesús, sólo le quedaba de nuevo la compañía de sus discípulos y la soledad reconfortante del Monte de los Olivos.

En este día, por la mañana, acompañamos a Jesús montado en una borriquilla, en un asno, un animal humilde, símbolo hoy en día de ignorancia; el que es aclamado rey, Mesías, Hijo de David, entra triunfal en la ciudad santa. Nosotros le acompañamos desde el ex convento hasta la parroquia. Es una mañana de alegría, niños y mayores portan las palmas, se respira felicidad… Es muy rica esta primera procesión, las calles llenas de gente, el esfuerzo de esta sencilla y humilde Cofradía, se ve recompensado por la compañía del pueblo. Pero al igual que con Jesús, en cuanto entra en el Templo, es abandonado por la mayoría y sólo en la Eucaristía le acompañan los más íntimos, los más fieles, el resto se ha olvidado de que acompañaban al Mesías, al Salvador.

LUNES SANTO

Los primeros día de “La Semana” fueron especialmente intensos, porque Jesús era consciente de que sus horas estaban contadas, y por lo tanto, debía fortalecer algunos puntos. Lo de menos es precisar cómo se reparten los acontecimientos en esta semana, lo importante es vivirlos.

En este Lunes Santo, la muerte estaba más decidida que nunca contra Jesús, pero no pudo actuar porque durante el día le defendían los muchos oyentes de los atrios del templo, mientras que durante la noche le protegían la oración y los discípulos el Monte de los Olivos.

En este día el símbolo de la Vida son las obras de misericordia, el símbolo de la muerte, el hambre. Hoy siguen estando presentes en nuestra sociedad, tanto el símbolo de la vida como el de la muerte, la misericordia de Dios y el hambre del mismo Dios.

En Monóvar, los representamos este día, a través de “El Cautivo”, un Jesús que comienza a vivir sus momentos de hambre: la soledad, la traición, la condena, el aprisionamiento. Cuántos “Cautivos” hay en nuestra sociedad, en nuestro pueblo, que viven la vida con las manos atadas por la soledad, por la condena de nuestra sociedad hipócrita, por la condena de los amigos, de los vecinos. Pero El Cautivo es también símbolo de Vida, símbolo de las obras de misericordia, de la misericordia de Dios. Su camina por nuestras calles monoveras, tiene que ser un denunciar todas las situaciones de “hambre” y a la vez símbolo de esperanza, de vida y de misericordia, que quedan en nuestras manos. No tenemos que quitarle las ligaduras de las manos, pues ya están hoy y aquí, nuestras manos para ser instrumentos de vida y misericordia.

MARTES SANTO

El Martes Santo, es el día de las definiciones personales, el día de aclarar ante los demás quién soy de verdad, quienes somos. Al lado de quién estamos. Cuando Jesús este día va al templo aclara quién es quién: los herodianos al lado del dinero y la gloria, los saduceos enfrentados a la resurrección (no creían en ella), los escribas y fariseos al lado de la ley, pero enfrentados a la única ley que vale, la del mandamiento del amor.

En esta día, al anochecer, en Monóvar contemplaremos la figura de Jesús Nazareno, que recorre nuestras calles portando la Cruz; al verlo pasar, al acompañarlo tenemos posicionarnos, es decir, definir ante Él y ante los que nos rodean, quién soy, quienes somos. No en la procesión, sino ante Jesús en la vida, si somos de los que le ayudamos a aliviar el peso de la Cruz, ayudando a llevar la cruz de los demás. Nuestro Nazareno. No lleva Cireneo, porque espera que seamos nosotros los que agarremos la Cruz y le aliviemos el peso, peso de muerte, de enfermedad, de marginación ¿Hasta cuando nos vamos a quedar como meros espectadores, comiendo pipas en la acera, dejando que pase delante de nosotros, sin ayudarle, sin hacer nada?


MIÉRCOLES SANTO

Un día aparentemente vacío de actividad. Jesús permanece todo el día en Betania, rodeado de sus amigos Lázaro, Marta y María. Mientras en Jerusalén se fragua la traición de los sanedritas, andan buscando la manera de darle muerte. Ahí entra en juego Judas, un apóstol elegido personalmente por Jesús, pero que no cree en Él, se siente defraudado y decide traicionarlo. Como nosotros que andamos traicionándolo a la más mínima, porque no acabamos de creer en Él… porque a veces no contesta a nuestras necesidades, a nuestros caprichos y a veces nuestros sin sentidos.

En contraposición a Judas y a tantos “judas” como hay entre nosotros, en este miércoles santo, Monóvar ve pasar por sus calles a las Marías, una Dolorosa y otra en Soledad. María, la Virgen de los Dolores, que a pesar de su dolor, no abandona a su Hijo, al contrario lo acuna entre sus brazos; María, la Virgen de la Soledad, que sigue caminando tras las huellas de su Hijo, solo y abandonado por todos, menos por su Madre. Dolor y Soledad que hoy tanta gente que nos rodea, vive. Dolor y Soledad que estamos llamados como cristianos a aliviar en nuestros enfermos, ancianos, en tantos y tantos que nuestra sociedad carga de dolor y soledad ¿Nos atrevemos como María, a descubrirlos, a ponerles nombre y ayudarlos?

JUEVES SANTO

El retiro del miércoles, iniciado en Betania, le llevó más tarde, como muchos días, al Monte de los Olivos, donde pasa la noche para da paso al día que llenará de vida, en contraste con la muerte que rodea la noche. Tres momentos importantes en este día: la mesa compartida (la Eucaristía), el lavatorio de los pies, como símbolo de servicio hasta la humillación y el de la oración agónica, antepuerta de Getsemaní.

De la mesa compartida, nacen en este día dos sacramentos: la eucaristía y el orden sacerdotal. Eucaristía que es el centro y motor de nuestra vida, de la que nace la vida entregada para la salvación de muchos, vida que continua en la Cruz, se fortalece en el Sepulcro y llega a su plenitud en la resurrección. Vida que continua y se hace presente en el ministerio sacerdotal, que nace no sólo de la mesa compartida, también del lavatorio de los pies, como símbolo de la caridad llevada en el servicio hasta el extremo.

En esta noche, ya santa, Monóvar y los monoveros, contemplamos el misterio de la vida y la muerte en el reflejo del Santísimo Cristo crucificado, símbolo del dolor, agonía y muerte. Junto al Cristo, acompañamos a tantos y tantos hermanos nuestros que viven crucificados por el hambre, la sed, la marginación, el cierre de fronteras para aquellos que buscan vida en nuestros países; pero nuestro Cristo no camina solo, le acompaña La Esperanza, su Madre, que llora no sólo por el Hijo, injustamente crucificado, llora también por tantos crucificados que encontramos a lo largo del camino. Una Madre que camina en su trono, rodeada de luz y portada por decenas de mujeres, que son símbolo de amor, entrega y esperanza…

La noche es larga, llena de miedo, tensión y oración… que dan paso al…

VIERNES SANTO

Es el día más denso de la historia humana. Nunca ha sucedido tanto en tan pocas horas. Es el único día en el que la muerte alcanza su máxima victoria. La muerte es mayor cuanto más grande es la vida que aniquila, y ese Viernes la muerte venció a la VIDA, en mayúsculas.

A lo largo del día seguimos a Jesús del calabozo, al tribunal, a la burla, al escarnio y por fin a la condena. Hoy, en pleno siglo XXI, sigue venciendo la muerte a la vida, la condena injusta a la justicia de Dios; hoy sigue venciendo la burla, el escarnio, el maltrato, porque como seguidores de Jesús, seguimos viendo pasar la vida y callando ante la injusticia, ante la vida truncada antes de nacer, ante la vida acabada antes de tiempo, ante el intento de callar nuestra voz de católicos en la sociedad… sigue venciendo la muerte ante nuestra pasividad e indiferencia por los miles de muertos en el Mediterráneo, sigue venciendo la muerte ante tantas muertes por violencia machista o de género, ante, ante, ante…

Este fracaso de la vida y esta victoria de la muerte en Monóvar es simbolizada en la procesión del Santo Sepulcro, del Cristo yacente, impotente, por una vez, ante la muerte, la injusticia, ante leyes legales, pero no justas, morales ni éticas, que favorecen al fuerte y machacan al débil.
Ante el Sepulcro, ante el Cristo yacente, pasan en este viernes, todas las Cofradías, con sus Cristos y Vírgenes, con sus muchos cofrades que agachan la cabeza impotentes, cobardes, silenciosos… rindiendo la partida ante la muerte…

SÁBADO SANTO

Ante este día guardamos silencio, silencio de dolor, silencio de fracaso, silencio de duda… hasta que llega el anochecer y con las sombras de la noche, va llegando progresivamente el resplandor de la luz de Cristo resucitado, que en la noche del sábado al domingo vence las tinieblas de la muerte y con su luz ilumina nuestras vidas y al mundo entero. La Vigilia Pascual es el centro de esta noche y debe ser el centro de nuestra vida, Vigilia de resurrección que da paso al Domingo de Pascua, primer día de la semana en el que la vida, vuelve a acampar a sus anchas, sin traba, sin muerte…

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

Es el domingo más bello, lleno de luz y de vida, lleno de resurrección. Vida y resurrección que expresamos con la Virgen del Remedio que sale al encuentro de su Hijo, hecho Sacramento, Alianza eterna, promesa de Dios Padre para todos los hombres. Aunque nunca lo he visto, me imagino la Plaza de la Malva llena de gente, de vida, llena de espera de esa Patrona nuestra esperando confirmar con sus ojos que su Hijo ha Resucitado y poder quitar el luto de sus ropas y tornarlo en la blanco de la vida, porque una vez más la muerte ha sido vencida por el que es la VIDA.

COFRADÍAS

Todo esto que os he dicho, en una pequeña parte no sería posible sin las Cofradías y sus cofrades. Y fijaos que acabo de decir, en una pequeña parte, porque esa es la realidad, aunque algunos se enfaden. Para que las cofradías y sus cofrades fueseis una parte importante de la Semana Santa y de la vida religiosa y de fe del pueblo, según marca el Derecho Canónico, deberíais de vivir en plenitud vuestra identidad propia, vuestra verdadera condición de Asociaciones de Seglares Cristianos que se ocupan y preocupan de la evangelización de sus miembros, de tal modo que entiendan el sentido y la importancia de la Palabra de Dios, del Culto cristiano, de la oración y el apostolado; como Asociaciones Eclesiales con personalidad canónica pública, deberíais actuar en virtud  de la misión recibida de la Iglesia, caracterizándoos por vuestra vinculación formal y real a la Iglesia, personalizada en nuestra parroquia, con lo cual no puede ser aceptable en vosotros ningún comportamiento contrario a las normativas de la Iglesia, ni podéis tolerar en vuestro seno, cualquier manifestación de palabra o de obra contraria a la fe y moral predicada por la Iglesia.

Como Asociación ordenada al Culto, el Apostolado y la Caridad, debéis cuidad la participación de los cofrades en el Culto Dominical, fiestas del Año Litúrgico, solemnidades del Señor, la Virgen y los Santos que la Iglesia declara como preceptivas, entendiendo que la participación no es meramente pasiva, sino participativa en su preparación. Pensad en las eucaristías que a lo largo de la Cuaresma hemos celebrado por cada titular.

La Caridad, debe ser ejercida en vuestras cofradías como servicio a la Iglesia y desde la Iglesia al mundo, ha de caracterizarse por la disponibilidad y vinculación a las necesidades propias de la Iglesia con la prestación de medios personales, materiales y económicos de modo que desde la Iglesia pueda servirse digna y oportunamente a los hermanos más necesitados, aquí y allende los mares.
No podéis caer en el error de confundir Cofradía con Iglesia, pues si bien sois parte de ella, no sois el todo y quién se conforme sólo con colaborar con la Cofradía y no con ambas, desacredita a la Cofradía y empobrece a la Iglesia.

Os decía que solo sois una pequeña parte  de la Semana Santa, porque vuestra presencia es escasa o casi nula en la parte cultual del Triduo Pascual, es verdad que no se puede generalizar, pero creo que con vosotros, casi sí. Las celebraciones de Jueves Santo, Viernes Santo, Vigilia Pascual y Domingo de Resurrección están huérfanas de vuestra presencias (así como el resto del año). Y es una lástima, pues estoy seguro de que con vosotros, con vuestra colaboración, enriqueceríamos la vida de nuestra parroquia, domingo a domingo, Semana Santa a Semana Santa, celebración a celebración.

No quiero acabar sin hacer mención, poniendo algún ejemplo, como cristiano y sacerdote el dolor que me produce vuestra ausencia, salvando a los que sí lo hacéis, en el día a día de la Parroquia. En cada Eucaristía. El infinito dolor que cada año atraviesa mi corazón al veros, cuando voy a celebrar la Vigilia Pascual en el Asilo y en los campos, ebrios en medio de la carretera, en la celebración de algo que llamáis la santa fiesta, no lo toméis como una critica negativa, sino como una expresión de dolor sincero. En un día, sábado Santo, en el que los cristianos guardamos luto porque Cristo está muerto, ver que hay cristianos que no son capaces de guardar el respeto que nos exige nuestra fe, respeto, luto y dolor que atenuamos preparando la Vigilia Pascual, para poder resucitar con Cristo a la vida. Todo esto es síntoma de enfermedad en nuestras cofradías y por ende en nuestra parroquia, en nuestra Iglesia, síntoma de que lo que manda en nuestras vidas no es nuestra fe, ni nuestro amor a Dios, y a los Titulares de cada Cofradía y mientras esto no sea así, seguiremos ahogando nuestras vidas en el alcohol, en la música, que no es mala en sí misma, en el ruido, para ahogar la llamada de nuestro Dios, no vaya a ser que oigamos su Palabra y tengamos que comprometernos con Él y con los hermanos. No vaya a ser que con nuestra fe cambiemos nuestra vida y seamos portadores de Vida para todos aquellos que nos rodean.

Acabo con un deseo, que es un sueño para mi: Que llegue el día en que nuestra Iglesia sea más activa, más viva, más numerosa en el amor, la caridad, el servicio porque vosotros, queridos cofrades sois un más en ella.

Gracias por vuestra atención y que esta Semana Santa que nos preparamos para vivir y celebrar sea el punto de inflexión par una verdadera conversión a Dios, muriendo a las actitudes de muerte y resucitando a la Vida, al Amor y a la entrega a los demás.
 

Rvdo. D. José Miguel Sánchez Florido.

Pronunciado el 1 de abril de 2017 en el Teatro Principal de Monóvar

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