Semana Santa Monóvar - Pregon 2012

   
  Semana Santa Monóvar
  Pregon 2012
 
Pregón de la Semana Santa 2012


Autoridades civiles, autoridades religiosas, miembros de la Junta Mayor de Cofradías, estimados convecinos.

Sirvan estas primeras palabras para expresar mi agradecimiento a la Junta Mayor de Cofradías por haber tenido la atención de confiar en mi persona la misión de ejercer como pregonero de la Semana Santa de Monóvar en esta ocasión. Por ello, me siento a la vez igualmente honrado.

Gracias a la oportunidad que hoy se me ofrece, puedo evocar los gratos recuerdos de infancia, que están íntimamente ligados con la Semana Santa de mi pueblo.

Siguiendo la tradición familiar, mi padre ingresó en la Cofradía del Santo Sepulcro el 14 de Febrero de 1.943, escasas fechas posteriores tras su regreso de Rusia, como combatiente divisionario, en el frente de Leningrado, y con mi previo consentimiento, a la edad de cinco años se decidió en casa que pasara a engrosar la nómina de los "chupatintas", como eran conocidos los cofrades del Santo Sepulcro.

Un par de pruebas en el domicilio de las hermanas Rico, Remedios, Dolores y Paca bastaron para que confeccionaran con el esmero que solían hacerlo la indumentaria nazarena. Así llegó el día en que Luis Rico Bernabé, el entrañable "Luis el Primo" que era el encargado de llevar a los recién incorporados la vestimenta se presentó en casa portándola con destreza en su antebrazo, cuidadosamente plegada y protegida por el papel cebolla. Su enjuta figura y la labor que realizaba despertaba en mi mentalidad infantil una admiración y respeto al contemplar el blanco dominante con la cruz roja y su ribeteado dorado al igual que una gran ilusión por vestirla.

Pero he aquí que en el preciso instante de colocarme el capucho, una desazón me invadió hasta el extremo de que me planté en mis trece y dije: Me da angustia, así no salgo. Ante tamaño imprevisto, mis padres no supieron en un principio que solución tomar y entre dudas y opciones, la tía Manuela sugirió: ¿Por qué no le recortamos la parte de la tela de la cara y sale así? Efectivamente de esa forma se hizo y pude por fin desfilar el Viernes Santo portando la clásica cruz de madera. Comentario de la gente al contemplarme: "Mira quina xica més fina"

Dos milenios y poco más de una década han transcurrido desde que la voz majestuosa y didacta resonara en la simbólica cumbre del Gólgota para que la paz, el amor y la caridad representaran esa trilogía en la que se sustenta la doctrina de Cristo.

La universalidad de la misma se ha visto justificada a través del tiempo en que todas las creencias, las escuelas filosóficas, las corrientes de pensamientos englobadas en una variada gama que abarca desde las posiciones conservadoras hasta las más abiertas y plurales, todas ellas han enarbolado la enseña de la compresión e igualdad social sin fisuras, e interpretado ser las únicas continuadoras de aquella doctrina.

Se han derrumbado tronos, se han derrocado regímenes, se han transformado hábitos sociales hasta hacer añicos los anteriores. Pero por encima de ello, ha prevalecido en medio de tanto cataclismo, la verdad que pacíficamente se impuso. La doctrina de Cristo realizó una función vital de complemento, otorgando y dotando a la existencia humana de un sentido renovador, de una espiritualidad con el fin de sentar el principio de una moral superior a la por entonces vigente, que sólo contemplaba una estructura jurídica. A la filosofía de los griegos y al derecho de los romanos, se añadió una aportación fundamental: la ética de los cristianos. Esa conversión conllevaba la búsqueda del hombre nuevo, que suponía cimentar los pilares básicos de la cultura occidental y su posterior difusión por todo el orbe.

Coincidiendo con la primera luna llena luego del equinoccio de primavera se celebra la Semana Santa. Contemplamos un incesante bullicio de variedad de tonos con que la naturaleza nos obsequia, tras el crudo invierno. Ese renacer contrasta con aquello que recordamos año tras año, la pasión y muerte de Jesús. La vida y la muerte se dan cita en una ocasión única, entremezclándose la alegría y el pesar, el colorido y la tristeza.

Isaías, el profeta del mesianismo, Daniel con su halo esperanzador, Jeremías que nos adelanta las grandes catástrofes, David quien mostró su remordimiento tras mandar a Urías, el hitita, uno de sus soldados de élite, a la batalla para librarse de él porque se enamoró de su mujer Betsabé de Judá. Todos ellos nos muestran una imagen real de Cristo. Su entrega a cambio de nada para con su actitud señalarnos el camino a seguir, superando obstáculos y mostrando un espíritu de sacrificio, símbolo de su inmenso amor al prójimo.

La denominación de Semana Santa fue utilizada por primera vez en el siglo IV por Atanasio, obispo de Alejandría, en su epístola festiva del año 330, llamándole Semana Santa Pascual, que nos habla de los seis días santos y grandes antes de la Pascua que representan la creación del mundo. También se conoce como Semana Grande o Semana Mayor.

"El Diario de Monóvar" Sábado 9 de abril de 1.887.

LA PROCESIÓN DEL VIERNES SANTO.

"Con toda solemnidad se celebró ayer la procesión del entierro del Señor, a cuya festividad, que revestía inusitado lujo, acudió un numeroso gentío, reinando un orden admirable. Llamaron la atención de propios y extraños todas las cofradías, especialmente las Dolorosas por el lujo de las mismas, y diríamos también por su proverbial belleza, si la santidad del asunto que tratamos no nos impidiera expresarnos de cierto modo. (Aclarar que por entonces la expresión "las Dolorosas" hacía alusión a ambas imágenes: La Dolorosa y La Soledad).

Las dos bandas de música prestaron realce al acto con el lucimiento que saben hacerlo ambas corporaciones.

La procesión entraba en la Iglesia después de las nueve de la noche"

La rectitud, disciplina y orden son cualidades que atesoran "Els Armats" y sin las cuales sus actuaciones públicas, como la procesión o velar al Santo Sepulcro, no tendrían sentido alguno. Se esmeran en disponer la indumentaria a punto, lo que conlleva la pesada armadura que han de soportar y lo hacen con auténtico sacrificio y espíritu cristiano.

El capitán que les dirige, l´oncle Tordillo,mazo de mando en ristre, flanqueado por su lugarteniente, l´oncle Silvestre, "El Cabeço", arenga a los suyos: " Os vullc més nets que una patena. Teniu que relluí com el sol".

El cambio de guardia, custodiando al Santo Sepulcro se realiza cada hora. Tres miembros de la centuria, majestuosos y pulcramente vestidos hacían su aparición, sobresaliendo la figura alta y esbelta de quien comandaba el trío. Al primer golpe de lanza contra el suelo, los que realizaban su turno de guardia y permanecían sentados, se ponen en pie, los otros daban un paso hacia adelante. Al segundo golpe de lanza se efectuaba el cambio de guardia y al resonar el tercer golpe, emprendían su marcha los anteriores, desfilando marcialmente ante sus superiores.

Jóvenes y mayores asisten a presenciar los desfiles procesionales y demás actos que conforman la representación de la pasión y muerte de Jesucristo. Dentro de los mencionados hechos, presenta un especial protagonismo, a modo de recreación, el camino del Calvario, aquel que según las Sagradas Escrituras recorrió el Hijo de Dios. Por calles angostas, plazas y plazoletas, como La Malva, La Sala, o la replaceta del Mancebo, caminan ataviados de centuriones, hombres uniformados que marcan el recorrido a seguir con unos singulares pasos de legionarios.

El Sábado de Gloria, en el instante que el Señor resucita, "Els Armats" realizan el remolí. Una vez formados en círculos, a modo de espiral, caen como fulminados por una fuerza sobrenatural, escenificando así la destrucción y derrota de la centuria, de los enemigos del resucitado.

Un armat yaciente en el suelo. Su hermano entre el público, se le acerca y le susurra al oído: El pare ha dit que no tardes molt en tornar a casa, encara tens que anar al camp a portar un garbellde nyinya. Dili al pare que no has pogut parlar amb mi. ¡No veus que estic mort!

De la pluma de Joaquín Amo Abad, Canyís podemos constatar su experiencia como armat.
"En ma vida pensé pasar més calor, a pesar de llevar les pantorilles fresques i es que el pelusnero de la barba y del mostacho té més brosa que el coto de les Llometes. A lo pronte de deixar-me yo el bigot, vaig pasa lo meu, poro lo de ara no te comparança. Si te moques, alló no ha hi qui hu netege, si menges sempre te queda algú sostre en el raspall aquell, i si vols llepar-te el morros, es com si llepares guardians. P´a aixó que no et pique res mentres estás fent guardia, perque vullguera yo vore al guapo que clava l´ungla per debaix d´aquells espinals.

Lo que te de bonico el ser armat es llevar el compás, pegant tots a una el golp contra terra en la llança, que fa un ruidet aixina com es vinces en una pebrera seca. Yo m´encontre molt satisfet, fugint lo cansat de ser armat."

Además de "Canyís", otros escritores locales dedican su atención a ensalzar a "El Armats". Gracias al artículo aparecido en " La Cháchara" el 14 de abril de 1.928, titulado " Disolución de los armados", firmado por Silvestre Verdú, " Marcolán", tenemos noticias de su desaparición. El escritor lamenta ese hecho de la siguiente forma:
"Hemos oído decir que este simpático cuerpo de legionarios romanos ha desaparecido. Sólo había últimamente unos veinte soldados o triarios. ¡Qué lástima! Nosotros que somos partidarios del folclore popular democrático, del respeto a la tradición, al color local, a las costumbres vernáculas. Es lo único bonito y típico que nos queda".

Los triarios eran soldados veteranos de un cuerpo de reserva en la milicia romana, deducimos que El Armats estaban nutridos por personas de edad madura, a juzgar por el significado de triario. En los tiempos de gran esplendor contaban con trescientos integrantes, amén de socios protectores que con sus ayudas económicas contribuían a sufragar los gastos de mantenimiento.

En el año 1931 resurge la centuria de esos soldados, lo hace sólo una facción de ellos, pero sin la relevancia y éxito anterior por lo que su existencia es efímera, desapareciendo en el año 1933. Pepe Alfonso en un bello artículo publicado en "Democracia" el 15 de abril relata el final de "Els Armats".
"Han pasado a "mejor vida" los populares armados monoveros. Mejor diríamos a "peor vida" ya que estos romanos de la Cañaeta conseguían llevar a casa durante estos días tal cual conejo o "picaentierra" a costa de la liturgia. Su estrépito de quincalla y sus barbas profusas -posibles anuncios de regenadores capilónicos- enjambraban en las calles a su paso a grandes y chicos. Sus aparatosos remolinos eran aquí en Monóvar una verdadera institución. Sus desfiles anacrónicos a los sones marciales de tambores y cornetas siempre los echaremos ya de menos".

Uno de los rasgos fundamentales que da vida a nuestra Semana Santa es el paso alzado y llevado con destreza. Sin embargo nunca llegaríamos a comprender las hermosas imágenes que portan los costaleros y costaleras si omitiésemos la obra y estilo de sus autores. Iniciemos ese recorrido.

El sevillano Fernando Aguado es el autor de la imagen de María Santísima de la Esperanza de Monóvar. Ataviada con manto verde oscuro y esmerados bordados, descubrimos un rostro, que si bien simboliza la esperanza en la fe y en el Hijo, no por ello deja de trasmitir el sufrimiento que refleja el dolor de una madre.

A Victor García Villalgordo, natural de Torrevieja, pintor y escultor, discípulo de Fulgencio Blanco, le corresponde la creación de la imagen de Jesús Cautivo, tallada en madera de cedro de Líbano y policromada. Los cabellos al natural nos muestran una faz que trasmite serenidad y dolor a la vez. Con una mirada profunda, Jesús Cautivo centra nuestra atención en ese expresivo semblante lleno de bondad y pasión. Vestido con túnica blanca para procesionar es la morada la que porta en su ubicación en la parroquia. Ambas confeccionadas por el bordador guardamarenco Francisco García Paredes.

Durante la contienda civil la iglesia parroquial fue convertida en garaje de camiones y automóviles. Allí acudía diariamente en su condición de trabajador Vicente Torregrosa Maciá. Un buen día mientras rebuscaba entre herramientas y demás utensilios en un apartado rincón, encontró envuelta por papeles grasientos la efigie de la virgen de la Soledad. Y para salvaguardarla creyó oportuno cambiarla de lugar, optando por esconderla en el hueco de unos neumáticos inservibles que se hallaban apilados. Tras el paréntesis de esos años, Vicente rescató la imagen que con tanto celo protegió. Posteriormente Joaquín Palomares Vidal completó la misma añadiendo y modelando las manos, teniendo como ejemplo las de su hija Asunción. El manto fue confeccionado y bordado en el Colegio de La Divina Pastora por Elena Albert, Catalina Maestre y Remedios Rico. En su reinicio -año 1.943- el Miércoles Santo se realizaba el traslado en procesión de su imagen desde el Convento de la Divina Pastora hasta la iglesia, el Viernes Santo volvía a desfilar.

La autoría de la imagen de Nuestro Padre Jesús es también desconocida, sólo sabemos que posiblemente sea la talla más antigua de las que procesionan, puesto que ya en 1.927 salió, según podemos comprobar por la antigüedad de las primitivas andas que se conservan en la capilla de San José en la Iglesia del ex -convento.

Añadir que al año siguiente, 1.928, debido a la lluvia se suspendió la procesión del Viernes Santo, saliendo sólo la del jueves por la noche para trasladar la imagen del nazareno desde el convento a la iglesia. El sábado por la tarde y en la procesión de regreso un torrencial chubasco disolvió la religiosa comitiva cuando se hallaba en la mitad del trayecto.

Roque López Duarte Maiquez, nació en Santomera el 12 de Agosto de 1.747. De joven trabajó en el taller de Francisco Salcillo. Adquirió gran fama y recibió numerosos encargos para decorar iglesias, conventos y casas particulares. Su obra consta de más de 500 esculturas, casi todas religiosas. Las bellísimas tallas anteriores al año 1.936, desaparecidas en Monóvar, son obra suya. Para nuestra ciudad hizo por el precio de 520 reales una virgen de la Aurora de tres palmos y medio con nubes y peana, en el año 1.809.

Roque López, según opinión de diversos críticos de arte, viene a ser el gran canto de cisne de la escultura murciana del siglo XVIII. El último tercio de esta centuria y la primera década siguiente la ocupó sin lugar a dudas el mejor discípulo que tuvo Salcillo.

En sus creaciones se puede apreciar una menor delicadeza en la ejecución de brazos y manos que en los de su propio maestro, así como unos ojos alarmados, un poco desorbitados

A José María Alarcón Pina, como diría Leopoldo Alas, lo nacieron en la monovera calle de Colomer el 11 de junio de 1.911. Sus inicios artísticos los dio en la Academia de Juan Mallebrera, bajo su tutela expuso sus primeras obras. Al final de la década de los años veinte se trasladó a Madrid donde estuvo becado en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Luego de conseguir la cátedra impartió clases en la Universidad de Aranjuez.

Su obra es muy extensa y variada, y eso que sólo conocemos parte de la misma. Algunas de ellas son Francisco de Asis ( capilla del santuario del mismo nombre), La Milagrosa ( Iglesia de San Antonio mártir), Virgen ( Colegio de las Maravillas), Cristo ( Iglesia de Covadonga, plaza Manuel BECERRA) todas éstas se encuentran en Madrid.

Para Mónovar creó tres de sus pasos procesionales Santo Sepulcro, El Cristo y la Dolorosa. Las imágenes están talladas en madera y policromadas, lo que acentúa la veracidad y le dota de un profundo realismo. Además, presenta un estilo caracterizado por la rugosidad de los paños que logran un efecto de claroscuro, pero mantiene la serenidad clásica que a lo largo de los siglos XVI y XVII propagó la escuela andaluza, huyendo del excesivo dolor para recaer en la belleza sosegada.

La semejanza del escultor murciano con el monovero radica en que no conocemos todas las imágenes de Roque López al haber sido destruidas algunas por los iconoclastas de turno, mientras que en lo referente a Alarcón, ese desconocimiento parcial del legado aportado está motivado por haber sido en su tiempo víctima de una represión ideológica y como consecuencia depurado e inhabilitado para ejercer su profesión, es decir, impartir magisterio. Vivir en esa situación era sinónimo de sobrevivir. Pero el tesón y coraje que aportó hizo posible sacar adelante a los suyos, a su familia. Todo ello supuso la prohibición de firmar sus obras, que las hubo, pero quizá con una autoría ficticia, muy difícil de hallar, o sin firmar, caso del Santo Sepulcro, pues gracias al libro de actas de la cofradía se pudo averiguar la verdad. Monóvar tiene una deuda pendiente con el escultor. Su obra, reconocida y admirada, es motivo de investigación por los eruditos en la materia. Desde esta tribuna oratoria, sugiero que, a quien corresponda y haciéndose eco de un sentimiento popular, le sea concedido, a título póstumo la distinción de Hijo Predilecto de Monóvar.

Aconteció durante varias décadas, demasiadas diríamos, en las que el protagonismo de la mujer monovera en la Semana Santa brillaba por su ausencia, si hacemos referencia a la posibilidad de ser una nazarena más. No le era permitido participar en los desfiles procesionales. Ello no suponía obstáculo alguno para que quienes desoyendo esa prohibición se armasen de valor y cautela, actuando de modo furtivo, a hurtadillas, recurriendo a la picaresca. Salían desde sus casas con el capucho enfundado para no levantar sospechas. Si caminaban a rostro descubierto por la calle corrían el riesgo de que un chivatazo diera al traste con su intención. Silencio absoluto en la fila con el fin de que la voz femenina no le delatase y montarse un buen cirio, nada que ver con la vela de cera larga ni con el cirio pascual, al cual se le clavan cinco piñas de incienso en forma de cruz.

Sólo después de acabada la procesión se quitaba el capucho, sin importarle que le reconocieran, liberándose de la atadura y contenta por haber desfilado.

Aun así podía generar algún tipo de asombrado comentario: ¡Arrea ha eixit una zagala de capucho!

La misión de la mujer por entonces se limitaba exclusivamente a adquirir las flores para ornamentar los pasos y tener bien limpios y relucientes candelabros u otros objetos litúrgicos. Hoy asistimos a una situación diferente. La mujer monovera desempeña tareas que antaño le fueron negadas, incompresiblemente, sin razón alguna que justificara esos impedimentos. Tiene su más que merecido protagonismo dentro de las diferentes funciones contempladas en cualquier cofradía, bien sea como componente de la junta directiva, nazarena, formando parte de bandas de cornetas y tambores, y lo que tiempos pasado hubiera resultado utópico: costalera.

A pesar de la voluntad y empeño de quienes día a día de forma altruista, agrupándose en organizaciones dignas de elogio, se esfuerzan por conseguir una existencia terrenal mas justa, volcándose en el auxilio a los menos afortunados, a los más necesitados.

Cuando hay que tender la mano al que habita una favela, chabola o sufre la hambruna en países tercermundistas.

¿Cómo se comprende el hecho de que se produzca comida para doce mil millones de personas, mientras que en el planeta habitan siete mil? La única explicación a ello radica en que es el resultado de una globalización al servicio de intereses privados.

El Cuerno de África sufre una grave crisis de escasez y subida de precios de los alimentos.
Cuando la ostentación y corruptela campan a sus anchas de forma incontrolada.
Si violaciones de los derechos humanos elementales son palabras hirientes, lacerantes, que todavía pronunciamos.
Cuando la avaricia de unos sigue indemne su derrotero, sin signos claros de detención, ocasionando el empobrecimiento y calvario de otros que no tienen culpa alguna ni participación en el desaguisado, la luz clara y vivificante de las enseñanzas, el legado de Cristo liberador, resplandece, si cabe con mayor fuerza para penetrar en las oscuras conciencias y detener tamaños desmanes con el fin de construir entre todos una sociedad plural en fraternal convivencia.
El cometido de este pregonero vislumbra el final. He intentado ser fiel al significado de la palabra, puesto que pregonar es publicar en voz alta por calles y plazas o en lugares públicos de una cosa que conviene que todos sepan.

Al tratar de ensalzar la figura de Jesucristo, mucho me temo que mi pobre prosa no haya dado para tanto menester, pero si puedo asegurar que estas páginas han sido escritas con fervor y entusiasmo.

En diversas ocasiones hemos tenido la oportunidad de presenciar los desfiles procesionales de la Semana Grande en otras ciudades, como algunas castellanas de hondas raíces y tradiciones seculares, deduciendo, a fuerza de ser sinceros, que nuestra Semana Santa en modo alguno puede sentirse minusvalorada en comparación con las aludidas, u otras también relevantes.

Esa cota alcanzada debe ir superándose año tras año, potenciándola y siempre en perfecta armonía, sumando trabajo y voluntades en torno a la Junta Mayor, quien ostenta la misión de coordinar esta encomiable labor para que en definitiva nuestra semana santa sea admiración de propios y extraños, de aquellos foráneos que nos visitan y puedan contemplar admirados los pasos que la componen, el esfuerzo y habilidad de los costaleros y costaleras. Y como no, se deleiten escuchando los bellos sones de cornetas y clarines y el ritmo acompasado de los tambores.

Si tuviésemos que definir la Semana Santa es muy probable que se obtengan tantas respuestas y opiniones como personas hay en este teatro. Esto es así porque se trata de un acontecimiento cuyos episodios evocan sentimientos tan diversos y cercanos que sin duda todos los aquí presentes hemos experimentado.

En la Semana Santa siempre encontraremos amor y pasión, dolor y luto, sacrificio y esperanza. No son palabras vanas, pues en algún momento también representan parte de nuestra propia vida. Simboliza uno de los tesoros más nobles de la semana santa monovera, su forma de hacernos sentir, arrancando de nosotros unas emociones que nos remiten al lado más humano.

Jesús, el hijo de José, aquel carpintero de Nazaret, nos mostró el ejemplo a seguir LO MAS DIGNO LO MAS VALIOSO DE LAS PERSONAS SON LA SABIDURIA Y LA HUMILDAD.
 

D. José Corbí Martínez 

Pronunciado el sábado 24 de marzo en el Teatro Principal de Monóvar.
 

 
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