Semana Santa Monóvar - Pregon 2013

   
  Semana Santa Monóvar
  Pregon 2013
 
Pregón de la Semana Santa 2013


Sr. Alcalde, Don Salvador Poveda Bernabé
Sr. Cura Párroco
Sr. Presidente de la Junta Mayor de Cofradías
Miembros de la Corporación Municipal y Autoridades
Presidentes y responsables de las distintas Cofradías y de asociaciones y colectivos locales.

Señoras y señores, un cordial saludo y gracias por vuestra presencia.

Fue el cinco de febrero de 1990 cuando el Obispo de la Diócesis, hoy Cardenal Arzobispo Emérito de Toledo, D. Francisco Alvarez Martínez, me propuso dejar la parroquia del Buen Pastor de Aspe, con dos nuevos nombramientos: el de Vicario Episcopal de la Diócesis para la Vicaría IV y el de Párroco de Monóvar. Y, a los pocos días, el 18 de marzo, me incorporé a esta Iglesia Arciprestal de San Juan Bautista, como hermano vuestro en la fe. Sucedí, como bien sabéis, a D. Miguel Llorca Bisbal, de quien guardo un grato recuerdo. Don Miguel llegó a ser casi una institución en la ciudad por sus largos años de ministerio en esta Iglesia local y por su singular y entrañable personalidad.

Fueron solo tres años y medio los que estuve con vosotros. Muy poco tiempo, es verdad. Pero las cosas del Señor ya se sabe: hoy aquí y mañana donde él quiera. Pero lo que puedo decir, con toda certeza, es que fue un tiempo muy especial. Mi estancia en Monóvar fue una gracia más de las tantas que he recibido en mi vida y que me enriqueció muchísimo como persona y como sacerdote. Por eso, hoy me presento ante vosotros con la alegría y la paz de sentirme como en mi casa, porque sé que como siempre cuento con vuestra paciencia, pero, sobre todo con vuestro afecto y con vuestro cariño. Por lo tanto, agradezco sinceramente a la Junta Mayor de Cofradías la invitación. Gracias a D. José Ríos, y también gracias a D. Antonio Alcolea, vuestro párroco, compañero y amigo de muchos años.

Es la segunda vez que asumo la responsabilidad de ser pregonero en Monóvar. La primera fue en las fiestas de septiembre de 1991, invitado por la Corporación Municipal de entonces a pregonar las fiestas Patronales en honor a la Mare de Deu del Remei. Un momento para mí inolvidable.

Lo he dicho en alguna ocasión: soy una persona que he tenido mucha suerte, me siento afortunado y muy agraciado, porque a pesar de mis muchas miserias, en las parroquias y pueblos donde he estado, me he sentido acogido, he trabajado con ilusión, y he aprendido tanto de la gente, de sus costumbres y tradiciones, que todo me ha servido para bien. Me ha ocurrido algo así como sucede en las grandes historias de amor, el tiempo pasa y purifica, y pone distancias, pero nunca borra lo que ha sido experiencia viva y gratificante, eso permanece siempre y queda para siempre en el corazón de una persona.

No obstante, y a pesar de todo lo dicho, se que aceptar el oficio para el que se me ha requerido esta noche es un riesgo y un atrevimiento por mi parte, lo sé. Sobre todo, cuando se trata de algo tan especial como es Pregonar la Semana Santa de Monóvar. Un pueblo con historia y con estilo propio. Una ciudad que sabe hacer de sus tradiciones y costumbres un espacio para el encuentro y la convivencia, momentos populares que refuerzan los lazos de la vecindad y consolidan las raíces de su identidad.

Pregonar es anunciar, y es también gritar. Anunciar o gritar a los cuatro vientos un acontecimiento importante, algo que marca la vida de las personas o de un pueblo. Pregonar es también llamar a la vigilancia, a estar despiertos, a ponerse en camino, porque algo grande sucedió o está aconteciendo o se aproxima.

Sí, se trata, amigos, de algo grande. Algo tan grande y hermoso que marcó y lleno de vida y para siempre la historia de la humanidad, y que sigue siendo Buena Noticia de salvación para los hombres y mujeres de Nazaret, El Hijo de Dios entra en nuestra historia, todo ser humano puede encontrar el Él la plenitud del ser y de la vida.

De ahí que, para Pregonar los días de dolor y sufrimiento, de soledad y  de entrega, de muerte y resurrección del Señor Jesús, hemos de remontarnos a conectar con aquel primer Pregón que, en la oscuridad de la noche, el Ángel Pregonero de la Navidad anunció con gozo a la humanidad entera el Nacimiento del Mesías Salvador. Así sonaba su Pregón: No tengáis miedo, os anuncio una gran alegría, una buena noticia para todo el pueblo: "hoy en la ciudad de Belén os ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor". Y al mismo tiempo que suenan en nuestro corazón aquellas palabras del Ángel Pregonero de la Navidad, hemos de conectar y sintonizar con el que el Ángel Pregonero de la Resurrección anunció para todos y para siempre el triunfo de la vida sobre la muerte: "No busquéis entre los muertos al que vive, no está aquí, ha resucitado".

Estos dos momentos en la vida del Señor, nos ayudan a hacer memoria viva de nuestra historia de salvación, nos iluminan el presente, y son referencia para mantenernos firmes en la esperanza que nos abre a la trascendencia de cuanto existe. Esta noche, por lo tanto, se trata de exaltar los sentimientos, la belleza, el arte, la cultura, la tradición y la devoción de un pueblo que conmemora cada año, desde sus raíces cristianas más profundas, la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. ¿Hay algo más trascendente e importante que esto?

Además, para un sacerdote, la tarea de Pregonar la Semana Santa es también una ocasión extraordinaria para confesar y compartir con los hermanos la riqueza de la fe desde la propia experiencia. Por eso, todo lo que esta noche voy a proclamar, desde este lugar de privilegio, es fruto de mi adhesión a Jesucristo y el deseo sincero de corresponder a su amor.

Por otra parte, nos encontramos en pleno tiempo litúrgico de Cuaresma. Y la liturgia de estos días, como todos bien sabemos, es muy rica en contenidos de fe, y también en expresiones comunitarias y populares. Cuaresma y Pascua forman en la tradición de la Iglesia un binomio que no podemos desequilibrar, ni en lo personal ni en lo comunitario, por lo que es necesario preparar bien cada uno de estos tiempos con los signos propios y las acciones pastorales y celebraciones litúrgicas correspondientes.
Son unos días tan importantes que todos, sacerdotes, laicos y religiosos, hemos de procurar que el hecho de haber celebrado muchas cuaresmas y muchas pascuas no nos lleve a repetir las anteriores. Debemos evitar siempre, sobre todo cuando se trata de la fe, la rutina y la improvisación. Hemos de romper con la mediocridad y entrar en la novedad de cada tiempo, de cada cosa, porque cada año es distinto y cada momento y cada celebración es especial. Dios no se repite nunca. Es siempre nuevo en cada una de sus acciones a favor de los hombres. Y para que la Cuaresma y la Pascua, en este año de gracia de dos mil trece, sea un tiempo especial, distinto y mejor, se nos invita a tener en cuenta dos cosas: el objetivo del Plan Diocesano de Pastoral que nos habla de la Palabra de Dios. Y las indicaciones que el Papa Benedicto XVI, hoy Papa emérito de Roma, nos hace con motivo del Año de la Fe.

El Plan Diocesano de Pastoral hace una llamada a todas las comunidades parroquiales, a los cristianos en general, y también a las Cofradías y Hermandades de Semana Santa, a volvernos a la Palabra de Dios. Porque si de verdad queremos revitalizar nuestras comunidades parroquiales y consolidar nuestra fe en Jesucristo, si queremos terminar con una vida cristiana en general mediocre, o de primera comunión, hemos de despertar en nosotros el interés por la Palabra de Dios, por el Evangelio.

Hoy es urgente dar a la Palabra de Dios el lugar que le corresponde en la Iglesia y en la vida de cada cristiano. En ello nos va el futuro de  un testimonio serio que sea capaz de despertar en los hombres de hoy interrogantes e inquietudes acerca de Dios. La palabra de Dios es referencia y luz en el camino del seguimiento de Jesús. Nos libera de prejuicios y nos ayuda a discernir y clarificar nuestra propia existencia. El mismo Jesús nos lo dejó bien claro en aquel momento en el que alguien de entre la multitud un día le dijo: "dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron; y Él respondió: dichosos más bien los que escuchan la Palabra y la cumplen".

En cuanto al Año de la Fe, el Papa invita a toda la Iglesia a pararse y reflexionar sobre la fe. Es muy importante, en estos tiempos que  corren, donde todo da igual y nada merece la pena, tener ideas claras sobre la fe. Vivimos en una sociedad de prisas, envuelta en la indiferencia, con el rechazo explícito de Dios y de toda referencia religiosa. El ser humano parece haber equivocado el camino y ha entrado en la ambición frenética del poder y del dinero. Ha olvidado que la raíz de su dignidad no se encuentra en las cosas efímeras de este mundo que deslumbran y ciegan, sino en su condición de ser hijo de Dios.
Sin embargo, este hombre, que ha equivocado el camino, necesita de Dios. Necesita encontrar el camino y la paz en Jesucristo. Necesita de la fe que nosotros los cristianos tenemos. La fe que hemos recibido como un don y como una tarea, que nos hace fecundos y nos lleva a tener una mirada amplia, limpia, crítica, y generosa, sobre nosotros mismos y sobre los demás. Esa fe que profesamos en Dios hecho hombre, que asume nuestros pecados y carga cada día con la cruz de nuestras miserias, esa fe no la podemos guardar para nosotros solos, porque es universal, y porque es, sin duda, el patrimonio más hermoso y liberador que tiene la humanidad.

Con estas dos claves de fondo, la importancia de la Palabra y el mensaje del Año de la fe, estamos recorriendo y acompañando a Jesús en su camino cuaresmal hacia Jerusalén. Allí tendrá lugar el acontecimiento salvador de su Muerte y Resurrección. Un camino de encuentro y de conversión que nos invita a avanzar en la inteligencia del misterio de Cristo para vivirlo en su plenitud. Un tiempo, por otra parte, en el que la religiosidad popular es abundante, sobre todo en Semana Santa, donde las procesiones, y en general las manifestaciones  populares, adquieren una dimensión y una relevancia espectacular. Manifestaciones religiosas que son la expresión de los sentimientos más nobles del ser humano y de las costumbres, tradiciones, y cultura de un pueblo.

Hablando de las procesiones, como manifestaciones populares desde la fe, los Obispos de Andalucía en un documento que elaboraron hace unos años para la formación de los hermanos y hermanas de la Hermandades y Cofradías de Semana Santa, dicen que las procesiones  de Semana Santa tienen una importancia grande en la vida y misión evangelizadora de la iglesia, y también en la vida social y cultural de nuestros pueblos. Estas palabras de los obispos creo que son muy acertadas y no debemos olvidarlas.
La Iglesia valora y cuenta con el colectivo de hombres y mujeres que hacen posible la realidad de la Semana Santa por las calles de nuestros pueblos y ciudades. Por esa razón, entiendo que las Cofradías de Semana Santa, hoy más que nunca, deben tener muy claro, en primer lugar, lo que son, lo que representan, y en nombre de quien salen a la calle. Tener eso claro, conocer su identidad, es fundamental, porque eso evita problemas y dice mucho a favor de sus responsables y de sus cofrades.

Además en estos tiempos de exagerado individualismo, todos debemos de ser conscientes que las Cofradías de Semana Santa, por su misma razón de ser, no pueden ir por libre, al margen de la Iglesia. No son espacios de poder de nadie. Han de estar abiertas y vinculadas siempre a la comunidad parroquial, a la que pertenecen y a la que representan. Y como realidad eclesial que son, deben participar con naturalidad en los proyectos e inquietudes de la comunidad parroquial.

En esta misma dirección, los Obispos dicen también que cuando una imagen sale a la calle, se ha de procurar que ese trono procesional, sea un signo sencillo y que transparente el mensaje que representa. Es decir, que sea como una catequesis popular levantada en alto, a la vista de todos, para que el mensaje que  representa pueda ser contemplado y reconocido por todos.

Y continúan diciendo, si lo anterior se da, cuando las procesiones de Semana Santa salen a la calle, con imágenes de la Pasión de Cristo, estas se convierten, de alguna manera, en prolongación de la que la Iglesia vive y celebra esos días en la liturgia. Porque es en la liturgia, y solo a través de la liturgia, donde sacramentalmente la Iglesia celebra y actualiza en el tiempo, aquí y ahora, el misterio salvador de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor en su totalidad. Por eso los obispos piden a los señores presidentes y responsables de las distintas Cofradías que vigilen para que el trabajo y los detalles de última hora no impidan a los cofrades asistir y celebrar con la comunidad, a través de la liturgia, los grandes momentos de nuestra fe; porque así es como tiene sentido salir en su momento procesionando por nuestras calles.

Monseñor Elías Yánes, en el congreso sobre Hermandades y Cofradías en Zaragoza, dijo algo tan bonito e importante como lo siguiente:
Los responsables y hermanos cofrades, no han de contentarse sólo, con el cuidado externo del trono, del estandarte, las flores, los cirios, etc... Todo eso está muy bien, y hay que hacerlo, y hacerlo bien, porque es necesario, pero sin olvidar que lo externo debe responder a un deseo sincero de conocer más a Jesucristo, y creer en la propia fe.

Señores Presidentes, hermanas y hermanos cofrades, sé que todo lo tenéis a punto. Todo entre vosotros está pensado y preparado para comenzar a ambientar vuestras calles y plazas del buen perfume de la fe en Jesucristo.

Por mi parte, puedo deciros que preparando estas palabras, he recordado muchas cosas de entonces, y me he asomado con interés y curiosidad al presente. Y os confieso que ha sido para mí una grata sorpresa y un motivo de gozo la Revista que publicáis con el nombre de "Cruz de Guía". Extraordinaria. Os felicito. A través de vuestra revista he visto que el avance ha sido grande y muy positivo. Por lo que he podido comprobar habéis conseguido un ambiente muy favorable en torno a la Semana Santa y una estructura sólida. Nuevas imágenes, nuevos tronos, banda de tambores y cornetas, estandartes, y un conjunto de elementos y detalles propios de cada Cofradía, que sin duda os ha llevado mucho tiempo, mucho trabajo, y también, me imagino, algún que otro quebradero de cabeza. ¡Verdad!

Por eso, ante esta realidad de la que hoy disfruta el pueblo de Monóvar, permitidme que os diga una cosa: no bajéis la guardia. Es mucho lo conseguido, y ahora lo importante es perseverar y consolidar. Por lo tanto, no cedáis nunca al desanimo, ni os dejéis llevar de la vulgaridad. Tampoco entréis en el juego consumista de las novedades que no son ni dicen nada con vuestra identidad. Lo vuestro, lo de Monóvar, os lo recuerdo, ha sido siempre la seriedad, la elegancia y el saber estar. Y solo desde ahí debéis ir dando pasos hacia delante, desarrollando la creatividad con sentido de responsabilidad. Y como colectivo que hunde sus raíces en la persona y en el mensaje de Jesús, no olvidéis que estáis llamados a dar signos de solidaridad y a tener gestos visibles de fraternidad con los más pobres y necesitados de nuestros hermanos, con el fin también de hacer creíble al hombre de hoy la misión que realizáis como cristianos.

Y como Pregonar es también recordar. Os recuerdo que estamos ya a las puertas de la Semana Grande, tan solo quedan quince días. Y, como muy bien sabéis, todo comienza con el multitudinario Domingo de ramos.

Domingo de Ramos.
Un día de grandes contrastes en el corazón mismo de la gran Jerusalén y de toda la humanidad. Llegó el momento y se desata la contradicción. "Hosanna Bendito el que viene en el nombre del Señor. Hosanna. Abrid las puertas, va a entrar el Rey de Israel. Él es el rey de la gloria. Aleluya. Dios ha visitado a su pueblo. Aleluya... Crucificadlo. Es un blasfemo, se llama a si mismo hijo de Dios. es un traidor a la ley, come con publicanos y fariseos y acoge a los pecadores. No es amigo del César. Crucificadlo, crucificadlo... Y así, entre vítores y acusaciones, en un día tan profético como aquel primer Domingo de Ramos, se abre el itinerario de unos días inolvidables en la historia de la humanidad.
Han pasado los años y para nosotros el Domingo de Ramos es un día especial. Sigue teniendo su encanto y su particular contraste con la sociedad actual. Es un día de ilusión infantil y de recuerdos entrañables. Jesús sobre su borrico. Y junto a Él, las palmas con su lazo y el olivo, los vestidos nuevos, a estrenar, la visita a los familiares que no han podido salir a vernos en la procesión, y la foto. ¿Quién no tiene una foto de pequeño posando el Domingo de Ramos?.
Y ese ambiente festivo y de preludio de algo grande, terminada la procesión del "Burret" y la Misa mayor, las calles más emblemáticas de Monóvar se preparan para ser el gran escenario bíblico de estos días tan especiales.

Lunes Santo
Lunes Santo, procesión de Jesús Cautivo. Impresionante imagen, de blanco, con gesto sereno y profundo. El Maestro acaba de ser condenado y le atan las manos. Es reo de muerte. ¡Hasta donde llega, Dios mío, la locura humana! Al inocente, al que ha venido a cargar con nuestros pecados y a enseñarnos el camino de la libertad, lo condenan a muerte por bueno. Pero Él mantiene la dignidad, y en sus ojos brilla la certeza de que la muerte no es el final sino el camino.

Queridos amigos, ¡habéis contemplado bien la imagen del Cautivo! Su mirada me recuerda a multitud de hermanos nuestros que hoy son  injustamente tratados y viven con las manos atadas bajo el peso del sufrimiento:
- Ese accidente que ha paralizado el cuerpo de...
- Ese hombre bueno que ha sido mordido por la calumnia, el chantaje o la injusticia...
- Esas familias en paro, o esas otras personas víctimas del desahucio o de la corrupción...
- O esos inmigrantes, hermanos nuestros, a quienes miramos con recelo...

En ellos Jesús sigue hoy Cautivo viviendo su pasión. Son cruces vivas que siguen prolongando la agonía del Hijo Único de Dios, Jesús de Nazaret, el Cautivo.

Martes Santo
El Martes Santo recorre las calles de Monóvar Nuestro Padre Jesús Nazareno. No va solo, Nuestro Padre Jesús, en su trono. Sobre sus espaldas la cruz, y en la Cruz las miserias y pecados de toda la humanidad.
La Cruz sigue siendo el signo más expresivo de lo que es el amor y la entrega en la defensa de la dignidad humana. En el rostro de Nuestro Padre Jesús podemos leer las palabras de la Escritura: "¿Hay algo más que yo pueda hacer por mi pueblo?" o aquellas otras dirigidas a un grupo de mujeres en la vía dolorosa: "Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad mejor por vosotras y por vuestros hijos". Las lágrimas de vuestro llanto deben ser signo de arrepentimiento y conversión a Dios.

Miércoles Santo
Y llega el Miércoles Santo. En este día tiene lugar en Monóvar el solemne y emotivo encuentro de María Santísima consigo misma. Sí, habéis oído bien. Encuentro de María Santísima consigo misma. Algo muy singular. Dos imágenes que expresan las entrañas doloridas y el corazón destrozado de una Madre. Por una parte, Nuestra Señora de los Dolores; y, por otra, Nuestra Señora de la Soledad. Un momento espectacular en el que dos Cofradías, al ritmo de sus tambores y balanceos, ofrecen la armonía y la belleza de la fraternidad en la sencillez de dos tronos que despiertan a su paso sentimientos nobles y profundos en sus cofrades y en los espectadores.
El encuentro del Miércoles es una escena conmovedora, una viva expresión de la piedad y ternura de una Madre que contempla, siente, besa, y llora en silencio las llagas de su Hijo muerto entre sus brazos.

Jueves Santo
Y llegamos al Jueves Santo. Un día memorable en el que contemplamos a Jesús sentado a la mesa con sus discípulos para celebrar la gran fiesta Judía. Momentos intensos de despedida, en torno a una mesa que el mismo Señor mandó preparar, y que en el transcurso de la cena se convirtió en la mesa de la primera Eucaristía. Desde entonces el pan y el vino sobre la mesa del altar, y el gesto del Lavatorio de los pies, son los signos de su entrega total y de su presencia permanente entre nosotros.
Terminada la gran liturgia de la Cena del Señor, entrada ya la noche, en silencio y en plena oscuridad, el sonido ronco y quebrado de las trompetas anuncia la salida del Santísimo Cristo Crucificado del templo parroquial. Comienza la procesión del Silencio. Impresionante imagen de Cristo clavado en la cruz. Jesús, clavado en la cruz y levantado en alto, vive la soledad más absoluta, pero sus ojos no dejan de brillar, y de su corazón sale el testamento más hermoso y universal: "Padre perdónalos, no saben lo que hacen. Acoge mi espíritu"

Va avanzando la procesión, y en ese mismo recorrido, a pocos metros, quebrándose de dolor, aparece la figura de su Madre, María Santísima de la Esperanza. Jesús sabe que no camina sólo, porque, además de su Madre, Él, el Hijo crucificado, están todos los crucificados de la historia, y en la Madre, todas las madres que sufren al ver quebrada la ilusión y la esperanza en sus hijos.

Y tras una noche de larga vela y profunda tensión, se abre paso, en medio de las tinieblas, el Viernes Santo.

Viernes Santo
Un grito de dolor rompe el silencio de la creación, y en el corazón de la humanidad entera se abre un interrogante al contemplar lo sucedido. ¿Por qué, Dios mío, por qué? El velo del templo se rasgó por medio, y el autor de la vida cuelga como un malhechor en el árbol de la cruz. Es Viernes Santo. Todo está consumado.

En procesión general, el Santo Entierro es la imagen del grano de trigo que ha de caer y morir para dar fruto abundante.
Es día de luto y noche de silencio. La noticia ha dado ya la vuelta al mundo: el Inocente, el Justo, el Autor y dueño de la Vida, el que pasó haciendo el bien, ha muerto. Y lo sorprendente es que, con la noticia de su muerte, todos quedamos invitados a su entierro. En el ambiente hay desconcierto y miedo pero nadie va a faltar a la cita. Y así, en presencia de todo cuanto existe, el más hermoso grano de trigo va a ser depositado en el corazón de la tierra.

En Monóvar los costaleros del Santo Sepulcro, sobrecogidos por la oscuridad del misterio que pesa sobre sus hombros, y animados por la esperanza de lo que creen, viven este momento especial levantando al cielo el Cuerpo Yaciente de Cristo a su entrada en el templo, mientras los clarines y trompetas abren paso al séquito fúnebre en su camino hacia el Santo Sepulcro. Y todo bajo la atenta mirada de su Madre, que cerrando el cortejo fúnebre, es acompañada por los discípulos de su Hijo. Depositado Cristo en el corazón de la tierra, comienza el día de mayor soledad de la historia, el Sábado Santo.

Sábado Santo
Se oscureció el sol, dicen las escrituras, y ya nada es igual. Ahora en los discípulos que rodean y consuelan a María sólo queda la esperanza en las Palabras del Maestro: "El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos y sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día".

Nosotros hoy, después de veinte siglos, en la mañana del Sábado Santo, la comunidad cristiana que vive en la certeza de la Resurrección, se apresura a preparar el templo para el momento culminante de todo lo que hemos visto, oído, vivido y celebrado en estos días. Hay que preparar la Vigilia Pascual, en la noche más radiante y solemne del Año, donde tendrá lugar el Pregón más bello y esperado de la historia humana: "La muerte ha sido absorbida en la victoria y Cristo asciende victorioso del sepulcro. ¡Que noche tan dichosa, en que se une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino!" Así lo cantará al alba el Ángel Pregonero de la Resurrección.

Domingo de pascua
Y, por fin, llega la mañana más esperada de todas. La mañana del Domingo de Pascua. El domingo por excelencia. Han reventado todos los brotes de la primavera y aparece en toda su plenitud la Gloria de Dios.
Nunca olvidaré mi primera mañana de Pascua en Monóvar. Todo fue nuevo e impresionante. A primeras horas del día se vuelven a abrir las puertas del templo para celebrar la primera Eucaristía en la mañana más grande del día más importante en la tradición cristiana. Y, a continuación acompañar a la Virgen del Remedio al Encuentro con su Hijo Resucitado.
Como Señora y Patrona de Monóvar, la Mare de Deu del Remei sale en su trono, majestuosa, cubierta con velo negro y acompañada por cientos de monoveros y monoveras. A mitad de camino el tradicional descanso en su casa de la calle Mayor... y mientras tanto, un buen desayuno como corresponde a un día grande de fiesta. Y enseguida a disponerlo todo para emprender de nuevo el camino, porque el Hijo, bajo palio, en solemne procesión eucarística, va a comenzar también su recorrido hacia la tradicional Plaza de la Malva, para encontrarse allí con su Madre.
Lo recuerdo perfectamente, tras las correspondientes reverencias de reconocimiento y gratitud, y al tiempo que se desprende del velo, una explosión de sentimientos, con vivas, aplausos, fuegos artificiales, música, palomas, lágrimas y la emoción en el rostro de todos. Monóvar anuncia así, a los cuatro vientos, a modo de espléndido Pregón, la Resurrección de su Señor.

Desde ese momento todo cambia. El regreso al templo parroquial es una manifestación procesional de fiesta y de alegría compartida. Todo a quedado claro, la última palabra ya no la tiene la muerte, sino la vida. Y la vida en plenitud. Es decir, la vida que nos viene dada y que nos acerca a los demás, y nos empuja a dar pan y agua y vino y flores y rosas de las que nacen cada día en el jardín de nuestro corazón.
Señores presidentes y responsables de las distintas Cofradías. Hermanos cofrades y costaleros, a cuantos participáis dando vida y solemnidad con los tambores y cornetas, a cuantos colaboráis en los preparativos y detalles de estos días, y a todos los que de alguna manera hacéis posible la Semana Santa en este querido pueblo de Monóvar, os felicito. Enhorabuena. Y os animo a seguir adelante, porque una Semana Santa enfocada y vivida como vosotros pretendéis es, sin duda, un patrimonio local muy importante que merece la pena cuidar y potenciar entre todos.

De nuevo reitero mi gratitud al pueblo de Monóvar, y me despido de todos los presentes, y de cuantos puedan estar escuchando a través de los medios de comunicación este acto del Pregón. Brindo por todos vosotros, por vuestra Semana Santa, y también por nuestro hermano mayor en la fe, el nuevo Papa, que pronto tendremos el honor de conocer... Y lo hago con estas palabras del poeta:

Quien diga que Dios a muerto
que salga a la luz y vea
si el mundo es o no tarea
de un Dios que sigue despierto.

Ya no es su sitio el desierto,
ni en la montaña se esconde.
Decid, si preguntan dónde,
Que Dios está sin mortaje
donde un hombre trabaja
y un corazón le responde.


Muchas gracias.

D. José Navarro Navarro 

Pronunciado el sábado 9 de marzo en el Teatro Principal de Monóvar.
  
 

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